Villa La Angostura y Bariloche aprendieron de la desgracia y hoy están más preparados para enfrentar una catástrofe. La recuperación fue asombrosa.
Bariloche y La Angostura -
La tarde su puso oscura aquel sábado 4 de junio de 2011 cuando a las 16:30 el Centro Cívico se opacó. Antes ya había ocurrido en Villa La Angostura pero muy pocos lo sabían: un cordón volcánico, el Caulle-Puyehue, había entrado en erupción al otro lado de la Cordillera de los Andes y los efectos fueron inmediatos y prolongados.
Un rato antes, hacia las 15:15, las fuerzas de seguridad terminaban una reunión en la Casa de la Cultura de Villa La Angostura porque habían convocado para repasar el protocolo ante una eventual erupción: si caía ceniza se declaraba el máximo nivel de emergencia. Fue cuestión de minutos: de pronto la noche abrupta, arena que caía del cielo y el trueno constante y profundo que amenazaba desde lejos.
Después, ya es una crónica conocida: filas de autos cargando combustible, vecinos agolpados en los súper comprando comida y agua, y desesperación por saber qué estaba pasando.
La erupción del cordón Caulle-Puyehue quedó en la memoria de los habitantes de la zona cordillerana de Neuquén y Río Negro pero también el efecto de las cenizas volcánicas tapó los pueblos y campos de la Región Sur y llegó hasta la Costa Atlántica.
Villa La Angostura |
Bariloche y La Angostura -
La tarde su puso oscura aquel sábado 4 de junio de 2011 cuando a las 16:30 el Centro Cívico se opacó. Antes ya había ocurrido en Villa La Angostura pero muy pocos lo sabían: un cordón volcánico, el Caulle-Puyehue, había entrado en erupción al otro lado de la Cordillera de los Andes y los efectos fueron inmediatos y prolongados.
Un rato antes, hacia las 15:15, las fuerzas de seguridad terminaban una reunión en la Casa de la Cultura de Villa La Angostura porque habían convocado para repasar el protocolo ante una eventual erupción: si caía ceniza se declaraba el máximo nivel de emergencia. Fue cuestión de minutos: de pronto la noche abrupta, arena que caía del cielo y el trueno constante y profundo que amenazaba desde lejos.
Después, ya es una crónica conocida: filas de autos cargando combustible, vecinos agolpados en los súper comprando comida y agua, y desesperación por saber qué estaba pasando.
La erupción del cordón Caulle-Puyehue quedó en la memoria de los habitantes de la zona cordillerana de Neuquén y Río Negro pero también el efecto de las cenizas volcánicas tapó los pueblos y campos de la Región Sur y llegó hasta la Costa Atlántica.